CULTURA: HISTORIA DE LA FEALDAD, DE UMBERTO ECO
Silvina Schuchner.
sschuchner@clarin.com
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A Umberto Eco le gusta contar el cuento Les repoussiers (1891), del francés Emile Zola, para hablar sobre la fealdad. El héroe de la historia se da cuenta al ver pasear a dos mujeres, una de las cuales es verdaderamente fea, que todo el mundo encuentra, por contraste, bella a la otra. Entonces decide montar una agencia y contratar mujeres feas para que las señoras puedan alquilarlas para pasearse junto a ellas y parecer más hermosas. El relato habla, en realidad, del sufrimiento de las feas. Que las hubo y las hay, pero a las que nunca se estudió en profundidad más que por contraste. Como si belleza y fealdad fueran dos ideas que se implicaran, "lo bello es feo, lo feo es bello", decían las brujas en Macbeth.
Con una biblioteca poblada por bestiarios y afecto a los monstruos, Umberto Eco sabía desde 1968 que había escrito la "Estética de la fealdad", que el tema lo volvería a tratar. Después del éxito que tuvo hace cuatro años con su libro Historia de la belleza, se animó a abordarlo. "Descubrí que la fealdad es un tema mucho más interesante -dijo cuando presentó el libro el año pasado en Alemania-. La belleza no tiene tantas variantes -una persona bella puede ser un poco más alta, más baja, pero no existen grandes diferencias. En cambio la fealdad se presta a una infinidad de deformaciones, es más compleja, variada y divertida".
Mientras la primera teoría de la belleza data del siglo V antes de Cristo, cuando Policleto definió las medidas y proporciones del ser humano bello, a la fealdad hay que rastrearla en pequeños detalles en el arte, la literatura, la historia y la filosofía. De esa búsqueda, surgió este libro-objeto, casi un tratado, poblado por pinturas e ilustraciones y fragmentos de textos que recorren 3000 años describiendo cuáles fueron las ideas estéticas en cada época. Y, que aunque habla de fealdad, es bello.
En la Edad Media, por ejemplo, ser fea era ser vieja. "Existen muchas representaciones de la vieja -escribe Eco- símbolo de la decandencia física y moral, por oposición a la juventud como símbolo de belleza y pureza". En el Renacimiento, la fealdad femenina se convirtió más bien en objeto de diversión burlesca. Recién durante el Barroco se revalorizaron las imperfecciones femeninas como elementos de atracción". Hay poemas a la coja, la enana, la tartamuda o la jorobada.
Las brujas, merecen para Eco, un capítulo aparte, porque si bien la magia negra la practicaban tanto hombres como mujeres, siempre se asoció al ser maléfico con una mujer. "La mayoría de las víctimas de la hoguera fueron acusadas de brujería porque eran feas", escribe Eco.
Una gorda de Botero ilustra la fealdad actual. Pero a no deprimirse, porque lo que se considera inaceptable hoy -aclara Eco- puede ser aceptado mañana. Todo depende de la época. Y también de los prejuicios de cada sociedad.